El neopopulismo francés, reflejando en el partido ultranacionalista Frente Nacional. (Foto tomada de elconfidencial.com). |
NEOPOPULISMO EN EUROPA
Por
Alberto Ramos Garbiras (*)
El populismo de extrema derecha
que promovió el Brexit en el Reino Unido y los otros populismos de derecha de
Europa al enfilar baterías de ataque contra la permanencia en la Unión Europea
que los integra cada vez más con cargas impositivas y les resta autonomía,
claramente dan a entender también que están contra la globalización (igual que
Trump), porque consideran que sus mercados internos se han afectado por la
apertura excesiva. Se tornan proteccionistas y fortalecedores de lo nacional.
Están convencidos que el menoscabo de sus economías se debe a los compromisos
internacionales, a las subvenciones y a la penetración excesiva de mercancías
en el contexto de la globalización: esa es una expresión del nacionalismo. Los
populistas de derecha atacan las migraciones excesivas, la tolerancia a los
refugiados y tiene temor por los avances del terrorismo global.
Según el investigador Álvaro G.
Zarzalejos, “Un abanico de causas algo más amplio es el que ofrece el Real Instituto Elcano, en un reciente informe
titulado 'Causas del rechazo a la globalización: más allá de la
desigualdad y la xenofobia', los autores coinciden en que, además del
desencanto, otros catalizadores del populismo han sido el declive
económico de las clases medias, la xenofobia, la revolución tecnológica y la
crisis del Estado del bienestar”.
Los países de Europa que están
viendo florecer el neopopulismo de derecha son, Austria, Hungría, Polonia,
Turquía; Holanda, Francia, el Reino Unido, Alemania, Suecia, Bélgica,
Italia, Hungría y Polonia, sus líderes son hostiles a la migración. Todo este
florecimiento responde a la falta de acción y cumplimiento de los
partidos políticos convencionales o tradicionales con sus electores; a las
crecientes masas que se sienten sin partido, al precariado expósito, a los
nuevos problemas sin soluciones; a la complejidad del funcionamiento
institucional, a lo enmarañado del edificio jurídico europeísta manejado desde
Bruselas; a su funcionamiento que no entiende la gente del común y lo ven
encriptado; a la corrupción si castigo ;al apoderamiento y monopolio del Estado
por unas élites, etc. Entonces le creen al “salvador “que aparece y se proyecta
como el mesías que sacará al país de la confusión, luego se comprobará
que algunos no saben del manejo estatal. Los tres rasgos comunes que alimentan
sus discursos son: la xenofobia, la antiglobalización y el retiro de la Unión
Europea.
La xenofobia es la negación de la
diversidad humana, de la pluriculturalidad. Esta intolerancia no permite que un
gobernante tenga equidad en sus actos. Se desprende que tampoco tolerará la
reclamación de los derechos humanos de esas razas menospreciadas: afrodescendientes,
asiáticos, latinos, musulmanes, etc; tampoco las religiones a las que
pertenecen, ni sus costumbres, ni vestuarios. La xenofobia llevada a esos
extremos se inclina hacia la supremacía nacional y los actos de esos líderes,
si llegan a gobernar, serán despóticos.
Con esa lógica xenófoba de los
populistas nacionalistas que creen proteger a sus connacionales cerrando las
fronteras, obstaculizando la entrada a los extranjeros no blancos que, ven
además pobres, de raza inferior y ven amenazados sus mercados internos; con esa
lógica la globalización debe ser cambiada por otra forma de interconexión entre
países, y con esa visión el multilateralismo tampoco debería operar: es un
criterio que llevaría al enclaustramiento de los Estados-Nación : una especie
de exaltación a la “autarquía” y una consideración de los demás como bárbaros.
Esto llevaría a pensar a otros sectores que preferible sería el maltusianismo,
atacado en otras épocas porque buscaba disminuir las tasas de crecimiento. Los
neoracistas promotores de muros ya no piensan cerrar ciudades como en la
antigüedad, sino cerrar países.
El neopopulismo nacionalista de
los derechistas desconoce la universalidad ganada por los derechos humanos,
declarados patrimonio de la humanidad y sostén principal de la arquitectura
jurídica de la ONU, aplicando una lógica jurídica mundializada después de los
momentos históricos más trágicos: la sumatoria de todas las guerras medievales,
los conflictos del siglo XIX, y las dos guerras mundiales. La ONU debe
resolverle las posiciones erradas a los xenófobos acerca del sistema vigente de
protección a los refugiados, de cómo tratar el problema de las migraciones
(generadas por el hambre, la pobreza y las exclusiones laborales), de la
necesaria atención a los desplazados climáticos afectados por los desastres del
calentamiento global, y el espantamiento de poblaciones creado por el
terrorismo global. Las cuatro formas de movilización interestatal de personas,
son asuntos diferentes.
El neopopulismo europeo
alebrestado por el mal ejemplo de Donald Trump, busca despertar
pasiones:religiosas, nacionalistas, de superioridad étnica, proteccionistas de
mercados internos, etc, para mover las simpatías rápidas por el líder que atiza
esas pasiones, sin que tampoco tenga las soluciones reales. Trump invocó
en su posesiòn a Dios como guía y protector. Esto nos coloca en un punto de
confrontación de monoteísmos y despierta más pasiones y emociones porque le da
tintes teocráticos a lo que pueda decidir y se revive la aversión por los
impíos. A dónde puede llegar el orden mundial que siempre ha anhelado la ONU
con un presidente como Trump que no es estadista y altera las pocas cosas que
funcionan creyendo que su visión es la acertada sin conocer el funcionamiento y
los efectos de la geopolítica mundial.
A los miembros de la Unión
Europea también les llegó la hora de redefinir las instituciones democráticas
para que puedan satisfacer las necesidades de la gente y se expánda la justicia
social. Si en cada Estado se incumple o no se proponen políticas públicas de
bienestar extendido, sino se frenan los gastos suntuarios y no controlan
la corrupción absorbiendo ésta el presupuesto de la nación, y sin modernizar
las instituciones, allí brotará alguna forma de populismo. Es la hora de parar
el desmonte progresivo del estado del bienestar.
La ONU y la Unión Europea deben
acometer esta tarea de conjunto. Estos lineamientos es conveniente que salgan
de los encuentros multilaterales y se impartan las instrucciones acompañados de
la banca mundial. Así mismo de cómo cumplir con los propósitos de la ONU en
cuanto a cooperación, desarrollo, incremento tecnológico y asistencia a
los países del sur del mapamundi. La ONU tiene que encontrar la forma adecuada
para que al fin funcione el multilateralismo de que se jacta, promover rápido
una reforma desde la Asamblea General, única manera de sofrenar el
unilateralismo malsano. Y la Unión Europea, también. Solo esos dos entes
transnacionales lograran frenar la vesania que se asoma de forma intimidante
llevándonos a un desorden mundial mayor.
El neopopulismo de derecha ataca
la globalización, llaman al proteccionismo. Esto se explica así: el problema lo
indican como extremo (la causa, exponen es la globalización), y la solución es
protegerse como la crisálida (la oruga o gusano de la mariposa que se
encapsula), que se encierra en sí misma para desarrollarse y protegerse de los
depredadores y agentes externos. El llamado de los populistas de derecha al
estilo Trump o Le Pen, es a proteger lo nacional, pero este es un enfoque
simplista porque la mundialización no es compatible con el
aislamiento. Indudablemente la globalización económica necesita ser moderada.
La Democracia occidental necesita
ser reorganizada en muchos de estos países. Es muy difícil homogeneizar todas
las democracias de Europa y América, por no decir, imposible. Todas las piezas
institucionales son disímiles y las reformas constitucionales son graduales,
dependen de las necesidades reales y de las fuerzas políticas representadas
en los parlamentos; así que esto exigiría unos cambios procelosos y
tormentosos. Pero si se puede ir avanzando en lo fundamental: Sacar a la
Democracia de las garras del neoliberalismo, de la voracidad de los
empresarios, de los poderes ocultos detrás de los mandatarios, de las castas
económicas, para poder avanzar hacia el verdadero estado social de derecho.
Un caso contrario se da en España
con el partido político Podemos de corte populista de izquierda, surgió en el
año 2014, después del 15-M del 2011, en la plaza de la puerta del Sol con las
largas acampadas. Su líder Pablo Iglesias acepta el marco teórico de Ernesto
Laclau y reconoce que es un asunto de pasión por lo que se hace; reflexionando
sobre el origen de Podemos, resaltó que se trató de entender lo mejor posible
las expresiones de inconformidad por los malos manejos que se venían presentado
de parte del Partido Popular y los desmanes contra las instituciones
democráticas. Se recogieran las expresiones de inconformidad y las quejas de
los ciudadanos de a pie, se comprendió que reclamaban la normalidad y
aplicación del derecho dentro de la Democracia porque la alteraron. Rompieron
el equilibrio de poderes y los abusos contra las leyes cometidos por las mismas
élites producen estas distorsiones y el malestar general. Han irrespetado la
Constitución y allí hay un programa. Podemos lo está adelantando. Es decir el
cambio se puede hacer cumpliendo el orden jurídico que, transgreden las élites.
(*)
Abogado con especialización en Derecho Constitucional de la Universidad
Libre Seccional Cali; Magíster en Ciencia Política, Universidad Javeriana, PhD,
Doctorado en Política Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED-
España); profesor de derecho internacional en la Universidad Libre y derecho
constitucional en la Universidad Santiago de Cali (USC) .
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